Acerca de este curso
La ecografía de alta resolución (EAT) constituye el método de imagen de primera línea en la evaluación morfoestructural de la glándula tiroides, gracias a su capacidad para resolver detalles anatómicos en tiempo real con una resolución espacial inferior a 0.1 mm. Utilizando transductores lineales de frecuencias comprendidas entre 7.5 y 18 MHz —ajustables según la profundidad de penetración y la constitución del tejido subcutáneo del paciente—, permite una caracterización precisa de la arquitectura glandular, la identificación de lesiones focales, la evaluación de la vascularización mediante Doppler espectral y color, y la detección de alteraciones parenquimatosas difusas. Su naturaleza no ionizante, reproducible y dinámica la convierte en la modalidad de elección para cribado, diagnóstico y seguimiento longitudinal de patologías tiroideas.
Desde una perspectiva semiológica, la evaluación ecográfica sistemática se basa en parámetros cuantitativos y cualitativos estandarizados: tamaño glandular (volumetría tridimensional o elipsoidal), ecogenicidad relativa (comparada con el músculo esternocleidomastoideo), homogeneidad del parénquima, presencia y características de nódulos (morfología, márgenes, halo, patrón ecogénico, microcalcificaciones, vascularización intranodular) y relación con estructuras adyacentes (músculos, vasos, ganglios linfáticos cervicales). La implementación de sistemas de estratificación de riesgo, como el TI-RADS de la ACR (American College of Radiology) o el EU-TIRADS de la EFSUMB, permite categorizar las lesiones según su probabilidad de malignidad, optimizando la indicación de biopsia por punción aspiración con aguja fina (PAAF) bajo guía ecográfica y reduciendo la sobrediagnóstico y el sobretratamiento.
En el ámbito intervencionista y de seguimiento, la ecografía tiroidea desempeña un rol central en la planificación y ejecución de procedimientos mínimamente invasivos, incluyendo PAAF, ablación térmica percutánea (radiofrecuencia, láser, microondas) y monitoreo postquirúrgico de lecho tiroideo y ganglios regionales. La incorporación de técnicas avanzadas —como la elastografía por deformación (strain) o por ondas de corte (shear-wave), el contraste ecográfico (CEUS) y la inteligencia artificial aplicada a la caracterización nodular— está ampliando los límites de la precisión diagnóstica, permitiendo una estratificación más refinada del riesgo oncológico y una medicina personalizada basada en biomarcadores imagenológicos cuantificables. Así, la ecografía tiroidea no solo es una herramienta diagnóstica, sino un sistema de monitorización dinámica y predictiva en constante evolución tecnológica.